Cocina libanesa

Platos libaneses tradicionales en una gran fuente con verduras y salsas

La cocina libanesa combina la sencillez refinada de la dieta mediterránea con la riqueza de los sabores orientales. Su base son las verduras, los cereales, las legumbres, el aceite de oliva y las hierbas, lo que da como resultado platos ligeros, saciantes y muy saludables. Entre los platos libaneses más conocidos se encuentran el hummus, el tabulé, el baba ghanoush y el kibbeh, todos ellos convertidos en símbolos gastronómicos internacionales. La variedad de especias aporta a cada receta un aroma inconfundible, y la forma de servir –a menudo en forma de mezze– favorece una comida pausada y en buena compañía. En el Líbano, la comida no es solo alimento, sino también cultura, identidad y un modo de reunir a la familia y los amigos. Esta cocina es perfecta tanto para celebraciones como para una alimentación saludable cotidiana.

Recetas de ensaladas libanesas

Las ensaladas libanesas ocupan un lugar especial en la cocina nacional, ya que combinan frescura, sencillez y profundidad de sabor. Una de las más conocidas es el tabulé, una ensalada de perejil finamente picado, bulgur, menta, tomates y jugo de limón. Otra opción muy popular es el fattoush, que mezcla trozos de pan pita tostado con verduras, hierbas y salsa de granada. Ambas ensaladas reflejan los principios básicos de la gastronomía libanesa: el uso máximo de ingredientes frescos, el equilibrio de texturas y el contraste entre lo ácido y lo fresco. En la presentación tradicional suelen servirse como parte del mezze –una selección de aperitivos que preceden a los platos principales. Además, las ensaladas suelen actuar como cenas o almuerzos ligeros, especialmente valoradas por quienes siguen una dieta saludable. Entre sus ingredientes destacan el rábano, la granada, el queso labneh y hierbas que realzan la frescura natural de cada componente.

Platos típicos de la cocina libanesa

El corazón de la cocina libanesa se encuentra en la armonía entre ingredientes simples y sabores intensos y equilibrados. Uno de sus platos más emblemáticos es el kibbeh: bulgur mezclado con carne picada de ternera o cordero, cebolla y especias, que se puede presentar en forma de bolas crudas (kibbeh nayyeh) o cocido al horno o frito. El mujaddara, que a veces se sirve como plato principal, está compuesto por lentejas, arroz o bulgur, condimentado con cebolla caramelizada. A pesar de su sencillez, la combinación de ingredientes produce un sabor complejo y profundo. Otro plato muy apreciado es el shawarma, que, a diferencia de sus versiones en la cocina estadounidense, sigue una receta más refinada: la carne (normalmente de ternera o pollo) se marina en una mezcla de especias como comino, canela, pimentón y cardamomo. Se sirve envuelta en pan libanés con verduras, encurtidos y salsa de tahini. También tradicional es el mujaddara –una comida rica en fibra que proporciona saciedad prolongada sin resultar pesada.

Otro plato muy común es la moussaka –berenjenas guisadas con garbanzos en salsa de tomate. Esta versión, a diferencia de la griega, no lleva carne ni bechamel. También destaca el sayadieh –arroz con pescado frito, acompañado de cebolla caramelizada, piñones y salsa de limón. Estos platos reflejan el cuidado en la selección y equilibrio de los ingredientes: proteínas, carbohidratos complejos, especias y texturas pensadas al detalle. En los hogares libaneses también se cocina con frecuencia lahm bi ajin –pequeñas empanadas abiertas similares a la pizza, pero con un toque oriental. Su relleno se condimenta con tomates, cebolla, perejil, zumaque y ajo. Otro plato habitual es el foul moudammas –habas cocidas con zumo de limón, aceite de oliva, ajo y comino, especialmente popular en el desayuno. Todo esto es solo una pequeña muestra del amplio patrimonio culinario del Líbano, donde la tradición se combina con el cuidado por la salud y lo natural.

Aperitivos y mezze en la cocina libanesa

El mezze es una verdadera expresión del espíritu hospitalario libanés. No se trata solo de un surtido de aperitivos, sino de una filosofía culinaria basada en compartir la comida lentamente con familiares y amigos. La cocina libanesa, al igual que la griega, concede gran importancia al mezze, aunque cada cultura le da su propio enfoque. Entre los aperitivos más emblemáticos destaca el hummus –puré de garbanzos con tahini, ajo, zumo de limón y aceite de oliva. Se sirve con un chorro de aceite, pimentón o piñones.

Otro plato esencial es el baba ghanoush, elaborado con berenjenas asadas mezcladas con tahini, ajo y zumo de limón. Su textura suave y su ligero sabor ahumado lo hacen muy popular entre vegetarianos y carnívoros por igual. Otro aperitivo muy habitual es el labneh –queso fresco de yogur servido con aceite de oliva, menta o zumaque. Acompaña perfectamente al pan pita. También es imprescindible el tabulé –ensalada de bulgur, perejil fresco, tomates, menta y cebolleta, aliñada con zumo de limón y aceite de oliva. En la versión libanesa, el protagonismo lo tiene el perejil, que aporta frescura. Muy parecido, aunque con proporciones distintas, es el fattoush –ensalada de verduras frescas con trozos de pan frito y especias.

Para los amantes de los sabores intensos están el sujuk y el makanek –pequeñas salchichas picantes que se fríen o asan y se sirven calientes como parte del mezze. Entre los aperitivos calientes destaca la sfiha –pequeñas empanadas abiertas con carne de ternera o cordero, sazonada con tomate, cebolla y zumo de limón. También se sirve con frecuencia el moutabal –una variante más potente del baba ghanoush, gracias a la adición de yogur griego. Todo ello configura un mundo de aperitivos que no solo abren el apetito, sino que también pueden constituir comidas completas en sí mismos.

Platos calientes de la cocina libanesa

Los platos calientes de la cocina libanesa reflejan no solo las preferencias gastronómicas, sino también tradiciones profundas que se transmiten de generación en generación. Combinan hábilmente carne, verduras, cereales y especias aromáticas. Uno de los platos más conocidos es el kafta: albóndigas de carne de res o cordero picado, mezcladas con cebolla, perejil y especias. El kafta se puede asar, hornear o estofar en salsa. A menudo se sirve con papas en salsa de tomate o con verduras asadas. Otro plato popular es la moussaka libanesa. A diferencia de la versión griega, suele ser vegetariana y se prepara con berenjenas, tomates, garbanzos y ajo guisados hasta que estén tiernos. Este plato sabroso y abundante es especialmente apreciado por los vegetarianos.

También merece mención el kibbeh, verdadero orgullo nacional del Líbano. Se elabora a base de trigo bulgur, carne picada (normalmente de cordero), cebolla y especias. Existen muchas variantes: en forma de albóndigas fritas, al horno o incluso crudo – kibbeh nayyeh. Las versiones cocidas suelen llevar un relleno adicional de carne. En este aspecto, el Líbano recuerda a la cocina georgiana, donde también se cuece carne en masa. Otro plato distintivo es el mloukhieh – hojas verdes (corchorus) estofadas con pollo o carne de res, acompañadas de arroz y ajo frito. Este plato nutritivo y rico en vitaminas es especialmente popular durante la temporada fría.

Los platos calientes suelen acompañarse con arroz, especialmente con fideos dorados. También son populares las verduras rellenas, como el mehshe (calabacines, berenjenas o hojas de parra rellenos de arroz y carne), cocinados en salsas especiadas. Los cocineros libaneses dominan el arte de combinar las tradiciones del Oriente Medio con productos locales, incluidos los huevos, que se utilizan ampliamente tanto en platos calientes como en aperitivos. Esta versatilidad convierte a la cocina libanesa en una de las más variadas, flexibles y fáciles de adaptar.

Bebidas y postres libaneses

Los postres y bebidas en la cocina libanesa constituyen una cultura independiente, rica y refinada. Los dulces se valoran con especial respeto: son parte integral tanto del menú diario como de las celebraciones festivas. El postre más conocido es el baklava, hecho con masa filo fina, nueces (a menudo pistachos o nueces) y un jarabe de azúcar o miel. Aunque se encuentra en todo Oriente Medio, la versión libanesa tiene su carácter distintivo. También es muy popular el maamoul – galletas rellenas de dátiles, pistachos o nueces, moldeadas con moldes de madera tradicionales y servidas en fiestas religiosas. Dulces similares también se encuentran en la cocina griega, lo que demuestra los lazos gastronómicos antiguos entre las culturas.

Entre las bebidas, el arak ocupa un lugar especial – un licor tradicional libanés destilado a base de uvas y aromatizado con anís. Cuando se mezcla con agua, se vuelve blanco lechoso. Se suele servir con mezze o platos de carne. También es muy popular el café libanés – fuerte, aromático y a menudo con cardamomo. Se prepara en una cafetera pequeña y se sirve en tacitas, una tradición similar a la de la cocina vietnamita, aunque con sabor y presentación completamente distintos.

También se beben infusiones de hierbas como menta, salvia o tomillo, tanto durante como después de las comidas. En verano, las bebidas refrescantes a base de limón, agua de rosas o tamarindo son especialmente populares, ideales para calmar la sed. La cocina libanesa transforma ingredientes y aromas en postres y bebidas que se han convertido en una verdadera obra de arte gastronómica. Cada comida es un pequeño ritual donde importa hasta el más mínimo detalle.

Estacionalidad y tradiciones culinarias del Líbano

La cocina libanesa está estrechamente ligada a la estacionalidad – el clima permite cultivar una gran variedad de verduras, frutas, hierbas y cereales durante todo el año. Los platos de temporada ocupan un lugar especial en el calendario culinario, y muchos de ellos solo se preparan en ciertas épocas del año. En primavera, predominan las ensaladas de hierbas frescas como el tabulé, donde el ingrediente principal es el perejil. Estas ensaladas, generosamente aderezadas con jugo de limón, se destacan por su frescura. Recuerdan a las ensaladas ligeras veraniegas de la cocina americana, aunque con un perfil aromático más complejo.

En verano, se utilizan activamente berenjenas, tomates, calabacines, pepinos y otras verduras, tanto crudas como asadas o guisadas. Uno de los platos de temporada más populares es la moussaka de berenjena, garbanzos, tomate y ajo. Se puede servir caliente o fría, lo que la hace especialmente versátil. En otoño, se cocinan platos con calabaza, lentejas y cereales. Se preparan sopas nutritivas como la shorbat adas – sopa de lentejas rojas – que recuerda algunas sopas de la cocina georgiana, aunque con diferentes especias y texturas. Otro plato común es el mujaddara – arroz con lentejas y cebolla frita.

En invierno, predominan los platos más contundentes: harira, sopas espesas con carne y legumbres, guisos y recetas abundantes en carne. En esta época, el kafta se prepara ocasionalmente con carne de cerdo, aunque el cordero y la res siguen siendo más tradicionales. Las costumbres gastronómicas incluyen las comidas familiares de los domingos, donde se reúne toda la familia. Las tradiciones religiosas también influyen en el menú: durante los ayunos, los platos de carne son sustituidos por opciones vegetarianas. Esta estacionalidad convierte la cocina libanesa en una tradición viva, flexible y profundamente conectada con la naturaleza y con las raíces del pueblo.