Calamares

Los calamares son un tipo de marisco versátil y asequible, ampliamente utilizado en las cocinas de muchos países. Tienen una estructura tierna, un sabor ligeramente salado y combinan bien con verduras, arroz, pasta, legumbres y diversas salsas. En el mercado se suelen encontrar cuerpos limpios o sin limpiar, así como anillas y tentáculos congelados. Los calamares se pueden asar a la parrilla o en sartén, hervir, guisar, hornear, rellenar o utilizar en ensaladas. Gracias a su rápida preparación, son prácticos para el consumo diario. Además, tienen un alto valor nutricional: son fuente de proteínas, oligoelementos y grasas saludables. Si te interesan otros productos del mar, consulta la categoría mariscos.
Diversos tipos de calamares
Variedades comunes de calamares y sus características
En el mercado predominan dos tipos principales de calamares: atlánticos (europeos) y del Pacífico (asiáticos). Los calamares atlánticos son relativamente pequeños, con carne tierna y cuerpo más claro. Se suelen importar de países mediterráneos, Islandia o del norte del Atlántico. Estos calamares son ideales para hervir, freír y hornear, ya que su carne no se endurece incluso tras una cocción intensa. Los calamares del Pacífico son de mayor tamaño, con una textura más firme. Son comunes en Japón, China, Corea, Vietnam y algunas regiones de América del Sur. Tienen un cuerpo más oscuro y un sabor más intenso. Se suelen utilizar para asar, guisar o preparar con salsas espesas que se impregnan bien en las fibras de la carne. También son populares los calamares argentinos, grandes y carnosos, ideales para rellenar. Existe además una categoría específica de productos a base de calamar: láminas secas, aperitivos marinados o carne seca servida con cerveza o en ensaladas asiáticas. En diferentes países existen nombres locales como ika en Japón o o-jin-o en Corea. Entre los mariscos con propiedades culinarias similares, vale la pena mencionar el cangrejo, cuya carne también es delicada y sabrosa, aunque con una estructura fibrosa diferente y un uso distinto en cocina.
Estructura de la carne y efecto de la cocción
La carne del calamar tiene una estructura fibrosa única, rica en proteínas y con muy poca grasa. En crudo es firme y algo resbaladiza, pero tras la cocción cambia rápidamente de textura: se vuelve tierna o, por el contrario, dura, dependiendo del método de preparación. La regla principal es: los calamares deben cocinarse muy rápido (hasta 2 minutos) o durante mucho tiempo (a partir de 30 minutos) a fuego lento. La cocción breve conserva la ternura, mientras que la prolongada ablanda las fibras. Los tiempos intermedios hacen que la carne se vuelva gomosa. Los calamares absorben muy bien los sabores de condimentos, marinadas y salsas, lo que los convierte en un ingrediente ideal para platos con perfiles de sabor marcados. Antes de freírlos, a menudo se marinan en zumo de limón, aceite de oliva, ajo y hierbas. Los calamares hervidos se utilizan habitualmente en ensaladas o aperitivos fríos. Si los cuerpos son grandes, se pueden rellenar con verduras, arroz, queso o carne y hornear. También se usan los tentáculos del calamar, cocinados por separado o junto al cuerpo. Tienen una textura más firme y, tras freírlos, pueden quedar ligeramente crujientes, lo que añade contraste a los platos. Si prefieres mariscos más carnosos, considera las gambas, que son más fáciles de preparar y mantienen siempre una textura tierna.
Valor nutricional y beneficios de los calamares
Los calamares no solo son sabrosos, sino también saludables. Contienen proteínas completas de fácil absorción y son bajos en calorías – alrededor de 90-100 kcal por cada 100 g. Esto los convierte en una excelente opción para quienes cuidan su figura o necesitan un aporte proteico con un estilo de vida activo. La carne de calamar es rica en minerales como hierro, cobre, fósforo, zinc y selenio. Estos oligoelementos favorecen el metabolismo, refuerzan el sistema inmunológico y mejoran la salud de la piel y las uñas. Otro aspecto destacado es su alto contenido en vitaminas del grupo B, especialmente B12 y B6, que influyen en el sistema nervioso y la formación de glóbulos rojos. Los ácidos grasos omega-3, presentes en cantidades moderadas, favorecen la salud cardiovascular y reducen la inflamación. También contienen taurina – un aminoácido que beneficia la visión, los vasos sanguíneos y el metabolismo. En la dieta diaria, los calamares pueden sustituir a la carne o el pescado, especialmente en recetas con verduras guisadas, cereales o legumbres. Si buscas una alternativa entre los pescados con valor nutricional similar, considera el arenque, también rico en omega-3, con vitaminas D y A, y además económico.
Formas de servir y combinaciones de ingredientes
El calamar es un ingrediente versátil que se adapta fácilmente a diferentes estilos de cocina. En ensaladas se combina con huevos, pepinos, pimientos, cebolleta o algas. Para aliñar se puede usar mayonesa clásica o versiones más ligeras a base de yogur, crema agria o aceite de oliva con limón. Estas ensaladas son populares en los meses fríos y se sirven como entrante o plato principal. En platos calientes, los calamares combinan bien con arroz, fideos, pasta o guisos de verduras. Se añaden a salsas de tomate o nata, se preparan con ajo y guindilla, se hornean con queso, se rellenan con mezclas de cereales, verduras, hierbas o zanahoria. En la cocina mediterránea suelen asarse a la parrilla o al horno con aceite de oliva y especias. En platos asiáticos, son la base de woks y sopas – como el miso o el tom yum. Es importante mantener un equilibrio de sabores: la carne delicada del calamar absorbe bien los aromas, pero puede perderse si el plato es demasiado fuerte. Por eso se recomiendan guarniciones ligeras – verduras al vapor, arroz cocido, bulgur, cuscús o lentejas. Si quieres potenciar el contenido proteico, una buena alternativa es el atún, con textura más firme, sabor intenso y excelente combinación con verduras y salsas.
Cómo elegir y conservar calamares
Al elegir calamares, presta atención al aspecto de los cuerpos. Los frescos tienen la piel firme y lisa, de tonos grises o violáceos, sin decoloraciones ni manchas. Los congelados deben estar secos, sin hielo en la superficie ni olores extraños. Si ves escarcha o cristales de hielo, es señal de que se han congelado más de una vez, lo que afecta negativamente a su calidad. También es común encontrar calamares blancos y limpios – fáciles de usar, pero que pierden jugosidad más rápidamente al cocinarlos. Es importante saber que los cuerpos limpios son mejores para platos rápidos, mientras que los sin limpiar son más adecuados para guisar, hornear o rellenar. El envase al vacío debe estar sellado herméticamente, sin roturas ni hinchazón. Si compras calamares refrigerados, consérvalos en el frigorífico a una temperatura máxima de +4 °C y consúmelos en 1-2 días. Los congelados pueden mantenerse hasta 3 meses si se respetan las condiciones de conservación. Para mayor comodidad, es mejor dividirlos en porciones de inmediato – esto facilitará la preparación posterior y evitará descongelaciones innecesarias. Tras cocinarlos, los restos deben enfriarse y conservarse en un recipiente hermético por no más de 24 horas. Si te gustan los platos con pescados ricos en proteínas y grasas saludables, el salmón es una excelente alternativa, ideal para hornear o cocinar al vapor.