Tipos de tomates

Los tipos de tomates ofrecen una amplia gama de sabores, colores y texturas, lo que permite utilizar esta hortaliza en una gran diversidad de estilos culinarios. Hay variedades ideales para ensaladas, salsas, horneado, cocción lenta y conservas. Se diferencian en tamaño, forma, color de la pulpa, grosor de la piel y contenido de azúcar. Los tomates pueden ser dulces, ácidos o carnosos y firmes. Se añaden a entrantes, platos principales y sopas, tanto frescos como cocinados. Más información sobre los ingredientes vegetales en la categoría verduras.
Diferentes tipos de tomates
Variedades populares de tomates y sus propiedades culinarias
Los tomates vienen en muchas variedades, cada una adecuada para un uso culinario específico. Las más conocidas son las clásicas rojas y redondas, que sirven para casi todo: ensaladas, platos calientes, salsas y conservas. Tienen un sabor equilibrado y una jugosidad media, lo que las hace versátiles para combinar con otros ingredientes y resistentes a la cocción. Los tomates cherry son pequeños, redondos, con un sabor dulzón y una textura crujiente. Suelen servirse enteros en ensaladas, en bocadillos, asados en rama o en conserva como aperitivo. Mantienen bien su forma incluso después de cocinarse, por lo que son populares en la cocina mediterránea. Los tomates tipo pera tienen una forma alargada y una pulpa densa. Son ideales para salsas, ya que contienen pocas semillas y mucho extracto seco. Durante la cocción mantienen su consistencia, lo cual es importante para las salsas de pasta o pizza.
Los tomates rosados se distinguen por su sabor dulce y textura carnosa. Son especialmente valorados para ensaladas donde se buscan trozos grandes, jugosos y sabrosos que no se deshagan. Los tomates amarillos, naranjas y verdes tienen un perfil más suave, menos ácido, a veces afrutado, y se utilizan para crear combinaciones de colores. A menudo se combinan varias variedades en una misma receta. Por ejemplo, en ensaladas se suelen mezclar tomates cherry con tomates rosados grandes, junto con otras verduras de temporada como los pepinos, para lograr un contraste de texturas y un equilibrio de sabores.
Tomates en ensaladas, entrantes y bocadillos
Los tomates frescos son la base de muchos platos fríos. En ensaladas, aportan jugosidad, acidez y variedad de colores. Una combinación clásica incluye tomates, pepinos, cebolla, hierbas y un aderezo ligero a base de aceite o crema. Este tipo de ensalada no requiere ingredientes complejos y siempre complementa bien cualquier plato principal. Los tomates cherry o cóctel suelen usarse enteros o en mitades – aportan dulzura y mantienen su forma. Los entrantes con tomate también ocupan un lugar importante en la cocina. Se colocan sobre pan con queso, hierbas, mantequilla o ajo para crear bruschettas sencillas y sabrosas. Los tomates también se incluyen en canapés, tartaletas, rollitos o pasteles vegetales. Combinados con quesos suaves como mozzarella, feta o requesón, proporcionan un equilibrio ideal entre textura y sabor.
En los bocadillos, los tomates cumplen varias funciones: aportan jugosidad, realzan el sabor de la carne o el queso y dan frescura al aspecto del plato. Se aprecian especialmente las variedades rosadas – carnosas y sin exceso de jugo, fáciles de cortar y colocar. Los tomates cherry son ideales para mini bocadillos o cajas de almuerzo. Para contrastar sabores, a menudo se combinan tomates con pimientos dulces. Esta mezcla intensifica el sabor y añade variedad de texturas a las ensaladas y entrantes. Ambas verduras también combinan perfectamente con hierbas, quesos, huevos y otros ingredientes veraniegos.
Tomates en platos calientes y salsas
Los tomates son de las pocas hortalizas que mejoran su sabor al cocerse. Por eso se utilizan ampliamente en platos calientes, ya sea como ingrediente principal o secundario. En guisos de verduras, salsas para carne, platos estofados y gratinados, aportan jugosidad, suavidad y equilibrio ácido. Al cocerse, se ablandan rápidamente, formando una base espesa y aromática que une los demás ingredientes. Las salsas de tomate ocupan un lugar especial. Para prepararlas, se usan generalmente variedades tipo pera – más densas, con menos jugo y semillas, y fáciles de triturar. Una salsa de tomate puede ser sencilla – con cebolla, ajo y especias – o más compleja con aceitunas, alcaparras, anchoas, vino o crema. Se usa en pastas, lasañas, verduras al horno o carnes.
Los tomates también son indispensables en pizza, shakshuka, ratatouille, salteados o lecsó. Se hornean enteros o partidos, se rellenan o se usan como cobertura. Combinados con berenjenas, calabacines, pimientos y hierbas, forman platos vegetarianos ricos que mantienen su sabor incluso tras largas cocciones. En las salsas, los tomates suelen acompañarse de ajo – esta combinación aporta profundidad, aroma y picante. El ajo acentúa el perfil dulce y ácido del tomate y potencia su sabor, especialmente en cocinas mediterránea, georgiana o latinoamericana.
Conservas de tomate: clásicos y opciones variadas
Los tomates son una de las hortalizas más fáciles de conservar. Pueden guardarse enteros, en salsas, marinados, encurtidos o en pasta. El método más sencillo consiste en esterilizar frutos enteros en su propio jugo con especias mínimas. Así se conserva el sabor y la textura, sobre todo en las variedades tipo pera, más firmes. Los tomates en escabeche son una conserva tradicional presente en muchas regiones. Se preparan con vinagre, azúcar, sal, pimienta, hierbas, ajo y cebolla. Pueden ser agridulces, picantes o suaves – según la receta. Se consumen como entrante, guarnición o en ensaladas. Los tomates cherry en escabeche son especialmente populares – su piel gruesa y tamaño pequeño les permite mantener su firmeza incluso después del proceso.
La pasta y el jugo de tomate son otra forma de conservar la cosecha. Se pelan los tomates, se trituran y se cuecen hasta alcanzar la consistencia deseada. La pasta tiene un sabor concentrado y se utiliza en salsas, estofados o sopas. El jugo de tomate, especialmente casero, se prepara con poca sal y se sirve como bebida o base de platos calientes. Algunas recetas utilizan tomates semisecos – deshidratados en horno o deshidratador, a veces con hierbas, especias y aceite de oliva. Estos tomates tienen un sabor intenso y un aroma profundo, ideales para pastas, ensaladas o bocadillos. En conservas mixtas, los tomates se combinan frecuentemente con berenjenas, pimientos y zanahorias – como en el lecsó, adjika, pastas de verduras o salteados.
Cómo elegir, almacenar y utilizar tomates
Para que los tomates expresen todo su sabor, es importante saber elegirlos. Para ensaladas, lo mejor son las variedades rosadas, carnosas, de piel fina y sabor pronunciado. Para cocción o salsas, elija variedades tipo pera, más firmes. Los tomates cherry son perfectos para servir frescos, asar o marinar. Deben evitarse los frutos agrietados, dañados o demasiado blandos – signos de sobremaduración o deterioro. Es preferible conservar los tomates a temperatura ambiente, especialmente si aún no están maduros. En el refrigerador pueden perder aroma y volverse acuosos. Es mejor guardarlos en una cesta o caja en un lugar sombreado. Para prolongar su duración, elija frutos algo verdes y déjelos madurar lentamente. Los tomates para cocinar pueden almacenarse en un lugar fresco pero no frío.
Antes de usarlos, lávelos con agua corriente. Para pelarlos, basta escaldarlos brevemente. En ensaladas, se cortan en rodajas, medias lunas o dados según la textura deseada. En salsas o sopas, a menudo se trituran o hacen puré. Los tomates combinan fácilmente con muchos ingredientes – verduras, especias, hierbas, carnes y quesos. Una de las combinaciones más acertadas es con cebolla. Resalta su perfil dulce y ácido, aporta picor y un aroma agradable. Esta mezcla se usa en ensaladas, salsas, encurtidos o guarniciones. Bien elegidos y preparados, los tomates se convierten en el elemento principal de muchas recetas, no solo en un complemento.